La pizza es un emblema de la gastronomía mundial, con raíces profundas en la tradición culinaria italiana y una capacidad única para adaptarse a los sabores locales. En este recorrido descubriremos cómo un sencillo pan plano nace en Nápoles, se expande por el orbe y desemboca en las playas de Cancún, donde adopta matices caribeños que la hacen irresistible.
Orígenes en Nápoles: el nacimiento de un clásico
La historia de la pizza comienza en la ciudad de Nápoles, durante el siglo XVIII, cuando los trabajadores necesitaban un alimento barato, rápido y contundente. Sobre una base de masa plana colocaban ingredientes disponibles en la región:
- Tomate: Introducido en Europa tras el descubrimiento de América, al principio fue rechazado como planta ornamental y luego adoptado en la cocina popular napolitana.
- Queso fresco y hierbas: Mozzarella de búfala, albahaca y un chorrito de aceite de oliva completaban el conjunto, dando origen a la legendaria “Margherita”.
El tributo a la reina
En 1889, el chef Raffaele Esposito creó la pizza Margherita en honor a la reina Margherita de Saboya, combinando los colores de la bandera italiana: rojo (tomate), blanco (mozzarella) y verde (albahaca). Este hecho impulsó la popularidad de la pizza más allá de Nápoles.
La expansión global: de inmigrantes a fenómeno mundial
A finales del siglo XIX y principios del XX, la diáspora italiana llevó la pizza a Estados Unidos y otros países. Los emigrantes abrieron pizzerías en barrios como Little Italy (Nueva York) y, poco a poco, el platillo ganó adeptos de diferentes origenes.
- Nueva York y Chicago: Surgieron estilos icónicos como la “New York slice” (porción grande y doblable) y la “deep dish” de Chicago, con borde alto y abundante queso.
- Europa y Asia: Cada región adaptó los ingredientes a su paladar: desde quesos locales hasta toppings inusuales (mariscos en Japón, picante en Corea).
Llegada a México: primeras pizzerías y localización de sabores
En México, la pizza arribó con cadenas internacionales en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, las pizzerías independientes pronto comenzaron a experimentar:
- Ingredientes autóctonos: El queso Oaxaca, el chorizo y hasta la cochinita pibil encontraron su lugar sobre la masa.
- Salsas y especias: El jitomate se complementó con chiles secos y especias regionales, dando un perfil más intenso y colorido.

Evolución en ciudades turísticas
Ciudades como Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey desarrollaron escenas propias de amantes de la pizza, con festivales y rutas de maridaje que combinan cerveza artesanal o mezcal.
De Nápoles a Cancún: el toque caribeño
En Cancún, el cruce entre la cocina internacional y los productos locales ha dado lugar a propuestas muy creativas:
- Frutos del mar: Camarón, pulpo y pulpa de caracol se incorporan como toppings frescos, casi “a la orilla del mar”.
- Sabores tropicales: Piña, mango y hasta salsa de tamarindo aportan un toque dulce-ácido que contrasta con el queso.
- Especias y hierbas locales: Hojas de cilantro, chile habanero y aceite de achiote potencian el perfil de sabor.
Tip para foodies: Busca pizzerías que fermenten su masa en frío durante 24–48 horas; ese proceso desarrolla notas ácidas y una textura más crujiente, ideal para soportar ingredientes jugosos como mariscos y frutas.
Conclusión: un viaje de tradición y reinvención
La pizza ha recorrido un largo camino desde las calles de Nápoles hasta llegar a Cancún, transformándose en cada parada del viaje. Su éxito radica en la versatilidad de la masa y la capacidad de adaptarse a productos locales, creando fusiones que deleitan tanto a turistas como a locales.
En tu próxima visita a Cancún, no dejes de probar una pizza que combine lo mejor de Italia con el sazón caribeña: será, sin duda, un pedazo de historia en tu paladar.